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Guía para dar los primeros pasos con un ordenador nuevo

Cuando compramos un PC completamente nuevo, salvo que seamos usuarios muy inexpertos, es probable que seamos conscientes del gran trabajo que resta por hacer. Es cierto que vienen con su sistema operativo preinstalado y, en la mayoría de las ocasiones, con una larga lista de utilidades listas para empezar a funcionar. Sin embargo, para muchas personas, gran parte de ese software preinstalado no aporta nada, pero sí ralentiza el equipo y consume espacio de disco. Además, es necesario personalizar el PC, mover los datos antiguos a la nueva máquina, ajustar aspectos de seguridad, comprobar que todo funciona correctamente, etc.

Por ello, hemos preparado este práctico, cuyo objetivo es guiaros en las principales tareas que es recomendable realizar en cualquier máquina nueva, ya sea un sobremesa o portátil, para afinar su funcionamiento y dejarlo en perfectas condiciones para comenzar a trabajar.

1. Pon a prueba el hardware

Aunque pueda parecer algo trivial, os recomendamos iniciar la tarea poniendo a prueba el hardware del nuevo equipo, pertenezca al segmento que pertenezca. La razón es que, si la máquina tienen algún problema, será posible descubrirlo antes de llevar a cabo todo el proceso, volcar nuestros datos y perder un tiempo importante en la puesta a punto. Además, podremos pedir que nos lo cambien en garantía y mostrar rápidamente el fallo detectado. Para esta labor, echaremos manos de alguno de los muchos benchmarks  que podemos encontrar en Internet para la CPU, memoria, apartado gráfico y disco. De hecho, nos centraremos en uno concreto: 3DMark 11. Podemos ejecutarlo en modo continuo, y dejarlo funcionando una o dos horas. Esta prueba pondrá al límite el sistema gráfico del equipo, la CPU y la RAM, colgándose o dando algún tipo de error de ejecución/sistema en caso de que algo falle.

Si, además, queremos evaluar el sistema de refrigeración del ordenador, recurriremos a tests como Prime95, que entre otras cosas permite llevar a la CPU al 100% de su capacidad de cálculo para elevar su temperatura y así comprobar cómo responde en situaciones de máxima carga. Es factible complementar este registro con una utilidad como SpeedFan, que nos muestra en tiempo real la temperatura de la CPU y la velocidad de giro de los ventiladores. De esta manera, nos aseguraremos de que, aunque la temperatura suba a 80 o 90ºC (habitual a carga máxima, sobre todo en portátiles), el sistema de refrigeración es capaz de mantenerla estable.

2. Disco de recuperación

Los equipos de fabricantes conocidos ofrecen utilidades para generar discos de recuperación que posibiliten, en caso de problemas, restaurar el software del PC a su estado de fábrica. Este resulta fundamental, puesto que, ante cualquier incidencia con el disco duro o infecciones de mal­ware, podemos necesitar reinstalar todo el software de nuevo. Dado que cada fabricante y modelo utiliza métodos ligeramente distintos para realizar esta tarea, os recomendamos revisar los manuales.

Suponiendo que nuestro equipo no tenga utilidad de recuperación, no sepamos cómo ponerla en marcha o tengamos cualquier otro problema, siempre cabe la opción de recurrir a utilidades gratuitas con las que lograr algo similar. Una de ellas es, por ejemplo, Clonezilla. Desde la sección Downloads de su página web, es posible acceder a la descarga de la versión Live, que permite iniciar el PC desde un CD/DVD, y ejecutar un programa de clonación.

En este punto, lo más simple es conectar un disco duro externo vía USB (con un espacio igual o superior al que tiene ocupado nuestra unidad), y guardar en él una réplica exacta del disco del nuevo PC. Esto no lo devolverá a su estado de fábrica exactamente, pero sí al mismo instante en el que realizamos la copia. Por eso, es importante llevar a cabo esta acción lo antes posible, sin instalar nuevo software o modificar cualquier aspecto del sistema que luego nos impida volver atrás en el tiempo.

 

3. Eliminación de software inútil

Cualquiera que haya comprado un PC nuevo sabe que, especialmente las grandes marcas, incorporan de serie infinidad de utilidades y aplicaciones preinstaladas. Hay algunos fabricantes que tienen la idea de proporcionarnos una gran dotación de software, y lo único que logran es ralentizar el arranque con residentes y servicios que pertenecen a aplicaciones que muchas personas ni siquiera quieren en su equipo. Por ello, el siguiente paso es limpiar el PC de software inútil. Tal vez algunas de las utilidades instaladas nos resulten prácticas, pero otras muchas no. En Windows 8, además, podemos encontrar aplicaciones para la interfaz Metro y las destinadas al Escritorio clásico. Las del primer caso son muy sencillas de desinstalar: basta hacer clic con el botón derecho del ratón sobre cualquiera de ellas y, en la parte inferior, veremos cómo aparece una barra de opciones con el icono de Desinstalar que nos permite iniciar el proceso de forma inmediata.

En cuanto a los programas tradicionales, tendremos que ir al Escritorio, después a la banda lateral, pinchar en Configuración/Panel de control y, por último, acudir al ya conocido apartado de Desinstalar un programa. En este sentido, no debe darnos miedo eliminar software. Salvo utilidades muy concretas, como las que hacen funcionar las teclas de acceso rápido del teclado y que se identifican fácilmente, el resto de las que encontremos preinstaladas y consideremos inútiles para nosotros o para cuyas tareas prefiramos otras diferentes, es mejor eliminarlas completamente. Es una acción saludable para nuestro PC y forma parte de cualquier personalización/puesta a punto de un equipo nuevo.

 

4. Ajustes de seguridad

 

Dado que en Windows 8 los principales ajustes de seguridad vienen correctamente definidos, e incluso se integra el antivirus/antimalware Windows Defender, partimos desde el inicio de un nivel de seguridad bastante razonable. Aun así, si disponemos de presupuesto suficiente, no estaría de más instalar cualquier suite de seguridad de calidad que proteja todos los flancos.

También resulta interesante protegerse vía DNS. Por ejemplo, utilizando las DNS de OpenDNS (208.67.222.222 /208.67.220.220) o de Google (8.8.8.8 / 8.8.4.4), además de lograr un buen rendimiento en la resolución de nombres, se bloquearán las páginas con mal­ware o sitios con problemas de seguridad detectados.

Para acometer esta tarea, en Windows 8 tendremos que ir al Escritorio, luego a la barra lateral y pinchar en Configuración/Panel de control/Redes e Internet/Centro de redes y recursos compartidos. Una vez dentro, haremos clic sobre la conexión que usamos para Internet (por ejemplo, Ethernet) y, en el nuevo cuadro que se abra, pincharemos en Propiedades. Por último, haremos doble clic sobre el Protocolo de Internet versión 4, donde aparecerá la clásica ventana de configuración de red de Windows, en cuya parte inferior introducir las DNS personalizadas para la conexión.

 

Fuente: pcactual.com